EL PATRIMONIO VISTO A VUELO DE CÓNDOR
Patrimonio es una palabra de origen latino, en su acepción básica hace referencia a los bienes que se heredan de los padres. Cuando alude a comunidades grandes como una nación o país se habla de patrimonio nacional, incluso de patrimonio de la humanidad cuando el bien en cuestión tiene una valía que trasciende las fronteras de su lugar de origen. Estos días se viene hablando de bienes patrimoniales en riesgo, en peligro de ser afectados o incluso de otros impunemente destruidos, todo en aras del progreso, bajo los anhelos de un mayor crecimiento económico regional, sustentado en la industria del turismo.
Y claro que es escandaloso que vestigios del Cusco incaico hayan sido demolidos en pleno corazón de la ciudad, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, así como es escandaloso que se altere un paisaje cultural de igual valía en Chinchero, pero no nos engañemos, se trata de intervenciones ocurridas en el primer caso hace ya varios años, y en el caso del aeropuerto es un proyecto largamente publicitado, promovido y conocido por todos. Entonces, uno no puede dejar de tener esa impresión de que mientras muy justamente se protesta y se debaten las cuestiones antes referidas, es como que hubieran otros muros que se desmantelaran mientras tenemos la atención puesta en el futuro aeropuerto y en la cadena hotelera, y tal vez se trate de algo más grande.
Esta semana volvimos con mi hija después de mucho tiempo al zoológico de Perayoq. La sola idea de zoológico es algo que ella cuestiona desde que tiene uso de la razón, pero ganó la curiosidad y entramos. El sitio es pequeño, y los animalitos están instalados en espacios precarios y notoriamente muy apretados, quienes conocemos ese lugar desde hace décadas podemos decir que prácticamente no ha cambiado, esta como suspendido en el tiempo, pero aun así es un espectáculo aleccionador ver la diversidad de fauna de nuestra región, nuestro patrimonio natural. No dejaba de pensar qué mundo es el que estamos dejando a nuestro hijos mientras veíamos a los grandes osos de anteojos, el balancearse de los entrañables maquisapas, porque no hay día sin alguna noticia sobre clima extremo y la afectación de poblaciones enteras. Recordé entonces una de esas pocas noticias positivas que se dan de vez en cuando, el nacimiento de polluelos de cóndor ocurrido alguna vez hará como diez años en el zoológico de la UNSAAC, y pedí al monitor nos contara aquella historia: Los polluelos han crecido y ahora la población de cóndores es mayor, porque volvieron a empollar, y al parecer en Perayoq han logrado algo que centros de rescate y conservación de Estados Unidos no lograron, estando ahora prácticamente extinta la variedad de cóndor que hubo en Norteamérica. La biodiversidad que tenemos es un tesoro valiosísimo, y una reserva frente a los peligros del cambio climático. Y no se dice nada sobre cómo se viene gestionando el patrimonio cultural inmaterial del país vinculado a la variedad de alimentos cultivados, por ejemplo.
Las andenerías de Saphy, el río canalizado bajo la calle, no son sólo recursos para el turismo, sino vestigios de una civilización que supo manejar un medio difícil como los andes, donde la variabilidad climática y los fenómenos extremos han estado presentes a lo largo del tiempo, siendo incluso culpables de la caída de grandes estados, marcando los periodos de nuestra milenaria historia. Se precisa estar atentos, nacen cóndores en lo que podría ser un centro de conservación e investigación sobre fauna en riesgo, y se podría tener una mirada distinta respecto a las heredades de nuestros padres.
* Publicado en el Semanario Sucesos Año II. Nro 8. Cusco, febrero de 2019